domingo, 7 de febrero de 2016

CAVO, PLANTO, RIEGO Y OBSERVO

 Yo cavo, tu plantas, el riega y nosotros observamos

Alumnado 1ºB


Retazos de antaño



Hambre y sudor
Como cada invierno, sobre el mismo bancal, un hombre cava la tierra, por detrás, como manto de estrellas en la noche, ávidos pájaros visten el suelo recién cavado y dibujan con sus picos sobre la tierra suelta, buscando las simientes que calmen su carestía.



Campo de trigo con cipreses (Van Gogh)




DE CÓMO LAS LECHUGAS FORMAN EL COGOLLO




Érase una vez un pequeño huerto que cultivaba el abuelo Lucas. Era un precioso huerto en el que había diversos árboles frutales y toda clase de hortalizas y verduras. Todo en el huerto del abuelo Lucas crecía con gran encanto. 

Sobre el huerto, cierta noche comenzó a llover y, al amanecer, aún seguía lloviendo. Aquel día, en el huerto, todas las plantas estaban encantadas con la lluvia. Las coliflores saludaban al cielo por traer la fabulosa lluvia que refrescaba sus hojas, Los ajos se empinaban hacía arriba queriendo alcanzar las nubes. Las plantas de habas, con sus flores en sus tallos, saludaban a los caracoles que durante la noche habían salido al huerto para buscar comida. Y es que los caracoles les gusta buscar comida cuando llueve. Además, les encanta salir de su concha y arrastrar su cuerpo por el suelo mojado.

A media mañana, había cesado la lluvia y el sol asomó por entre las nubes y al rato, ya empezaba a secarse el suelo. Los caracoles comenzaron el camino de vuelta a sus escondrijos. No había que esperar más. El sol y el calor no gusta a los caracoles, así que se apresuraron a buscar sus lugares de refugio.

Cuando el sol apretaba bastante, junto al bancal de las lechugas había un pequeño caracol. Qué extraño. En el huerto no quedaba ningún caracol, pero aquel caracol aún estaba allí.

Una lechuga de grandes hojas verdes brillantes le preguntó:

-¿Por qué no regresas a su escondite?
El pequeño caracol miro a la bonita lechuga y le dijo:
-No sé regresar. Creo que estoy perdido.
-El sol está calentado mucho ahora. Debes buscar el camino de regreso. Tus papás estarán bien preocupados.

El pequeño caracol se puso triste y miraba al suelo. Caminó hacia un lado. Dio la vuelta. Después, se fue hacia otro lado y se paró. No sabía por donde ir.

La bonita lechuga lo miraba y comenzó a preocuparse. Si no se da tiempo de ir a su escondite, seguro que no podrá sobrevivir. Mientras tanto, el pequeño caracol, caminaba de un lado hacia otro sin saber donde.

– ¡Pequeño caracol! -dijo la verde lechuga-  Como no sabes regresar, será mejor que subas sobre mis hojas que están bien frescas y te escondas entre ellas. Así el sol no te haga daño.
El pequeño caracol miró a la verde lechuga y se sintió aliviado.
-¡Anda sube ya! – volvió a decir la verde lechuga-

El pequeño caracol con su paso lento, se acercó al tronco de la lechuga y subió por una de sus brillantes hojas verdes y notó la humedad de ellas en su cuerpo. Miró a la bonita lechuga y quedó contento y complacido.
Mientras el pequeño caracol trababa de esconderse detrás de las brillantes y verdes hojas,  la bonita lechuga, hacía esfuerzos para tratar de esconder y tapar al pequeño caracol del calor del sol. Poco a poco las hojas de la lechuga se abrazaban unas con las otras. Y cada vez se apretaban más y más, hasta que se formó un cogollo apretado y apiñado de hojas de lechuga. El pequeño caracol, quedó resguardado en su interior y notando el frescor y humedad de las hojas.

Dentro de aquel cogollo de hojas, el corazón de la lechuga, el pequeño caracol sonreía y estaba muy feliz.

-Ahora pequeño caracol –dio la lechuga- solo queda esperar a que algún día vuelva a llover y salga tu familia y tus amigos y puedas ir con ellos y aprendas el camino de regreso a tu escondrijo. Mientras llega ese día, dejaré que vivas dentro del cogollo de mis hojas. Te proporcionarán el refugio perfecto y además, podrás, cada día, alimentarte de ellas.

El caracol sacó sus pequeños cuernos y acarició a la lechuga.

Desde aquel día y en el huerto del abuelo Lucas, coliflores, rábanos, acelgas, zanahorias, ajos y otras plantas, dejaron comer de sus hojas al pequeño caracol.

FIN

                                                                                                “Cuentos que todo es un cuento”




Lecciones para recordar



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