miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL TARRO DE ACEITUNAS


Sembrando letras







El tarro de aceitunas

Hace bastante tiempo, un mercader de Bagdad, que se llamaba Ali Coxia, como musulmán que era y creyente de esa religión, pensó que su deber era visitar, aunque sólo fuese una vez en la vida, la ciudad sagrada de la Meca.

Con aquella idea comenzó su preparación para realizar el viaje. Arregló todos sus negocios, dejó arrendada su casa y dejó todas sus pertenencias. Después de ello, se dio cuenta que aún le sobraban mil monedas de oro. Como no tenía ya lugar donde poder dejar dichas monedas porque se había deshecho de todo, pensó qué podía hacer para poder guardar su tesoro. Después de reflexionar tuvo una idea, las guardaría en un tarro de aceitunas.


Como así lo pensó, así lo hizo. Guardó las mil monedas de oro en el fondo de un tarro y luego, lo lleno con aceitunas. Después de esto, se dirigió a la casa de un gran amigo suyo que tenía fama de honrado y le pidió el favor de que  guardara el tarro de aceitunas hasta que regresara de su viaje. El amigo de Alí Coxia, gustosamente, aceptó guardar el tarro de aceitunas en el almacén, y además, le entregó las llaves de su casa para que Alí eligiera el lugar donde colocaría su tesoro.

A los pocos días, Alí Coxia se despidió de sus parientes y amigos y emprendió su viaje con dos camellos cargados de telas muy finas que pensaba vender en la Meca, aprovechando su viaje.

Después de cumplir con su promesa de visitar la ciudad sagrada de la Meca, Alí se dirigió al mercado para vender las telas que llevaba. Al llegar al lugar,  escuchó a alguien decir: si este comerciante supiera bien, seguro que no vendría a venderlas a este mercado y mejor podría vender sus telas en el gran mercado del el Cairo.

Las palabras de aquel hombre hicieron que Ali Coxia cambiara de opinión. Recogió sus telas y se dirigió a Egipto. Efectivamente, en Egipto  pudo vender muy bien y a buen precio todas las telas que llevaba. Después, de tan magnífico resultado del negocio, decidió aprovechar el viaje para conocer mejor el hermoso país. Luego conoció Persia, Mosul y otros países. En cada uno de ellos estuvo comerciando. Así, paso siete años.

Mientras tanto, una noche la esposa del mercader al que le había dejado encargado su tarro de aceitunas, tuvo el deseo y capricho de comer aceitunas.

- Esposa mía – le dijo su marido, tu antojo será bien fácil de cumplir. Mi amigo Alí Coxia, antes de marcharse de viaje me dejo encargado un gran tarro de aceitunas que tenemos custodiado en casa. De ello hace mucho, mucho tiempo…y como no sabemos nada de nuestro amigo Alí. ¡Quién sabe!, es posible que le haya ocurrido algo o tal vez murió. Voy a coger una lámpara y bajaré al almacén a buscar unas cuantas aceitunas del tarro, ¿Te parece, esposa mía?

- ¡Ni lo quiera Ala!, ¿Cómo se te ocurre tan semejante idea? -- replico la mujer del mercader. Cuando alguien nos confía algo para custodiarlo y más si es un gran amigo, debemos respetarlo. No sabemos si Alí Coxia algún día u otro regresará y… ¿qué pasará si Alí no encuentra su tarro de aceitunas, tal como lo dejó? ¿Qué pensaría de ti? – continuo su esposa. No, mejor deja el tarro como está y no lo toques… además, ya no tengo antojo de aceitunas.

Pero, a pesar de todos estos sabios consejos, el mercader no hizo caso a su mujer. Su deseo era complacer a su esposa. Tomó una lámpara y bajo al almacén a buscar aceitunas. Destapó el tarro y encontró que las aceitunas, que tenían tanto tiempo guardadas, se habían podrido. Sin embargo, el mercader tuvo la esperanza de que las del fondo estuvieran todavía buenas, así que vacío el tarro, y al vaciarlo empezaron a caer unas cuantas monedas.


Al ver las monedas de oro, el mercader se volvió loco de ambición. Dejo las monedas, guardo nuevamente las aceitunas y volvió a tapar el frasco. A su mujer le dijo que tenía razón, que las aceitunas estaban podridas y que había vuelto a tapar el tarro dejándolo como estaba.

A la mañana siguiente el mercader, sin decir nada, sacó todas las aceitunas podridas y tomo las mil monedas de oro. Luego, llenó el tarro con aceitunas frescas que recién había comprado. Tapó el frasco y dejo todo como estaba antes.

Ali Coxia, por su parte, después de tanto tiempo, decidió regresar a su ciudad. Al llegar a Bagdad tuvo que hospedarse en una posada, puesto que su casa y su tienda las había alquilado antes de partir. Algunos días después y tras haber arreglado varios asuntos de negocios, se decidió a ir a casa de su gran amigo el mercader, al cual le había encargado su tarro de aceitunas. Al reencontrarse los dos amigos, se abrazaron y su amigo el mercader felicitó a Alí Coxia por su  feliz regreso y le entrego la llave del almacén para que el mismo tomara su tarro de aceitunas. Alí le dio las gracias y se llevo el tarro de aceitunas a la posada donde se hospedaba. Alí vació las aceitunas, que todavía estaban bien frescas, pero no halló moneda alguna. Inmediatamente Alí fue a reclamar sus monedas a su gran amigo.


- ¡Amigo! - le dijo Alí, vengo a decirte que el tarro de aceitunas que te confié no solo contenía aceitunas, sino mil monedas de oro que yo mismo coloque en el fondo y han desaparecido. Si tú las tomaste porque necesitabas el dinero está bien, podemos arreglarlo… no pasa nada.

- ¿Acaso me estás diciendo que soy un ladrón?  -replicó el mercader. Cuando trajiste el tarro, tú mismo lo pusiste en el lugar en el que lo encontraste. Nadie ha tomado nada y parece que no sabes agradecer el favor que te hice. ¡Ahora,  márchate de mi casa!

Ali Coxia no sabía qué hacer  y después de pensar, se dirigió al juez para denunciar su caso.  El juez, después de escuchar ambas partes, no supo qué hacer, era la palabra de Alí contra la de su amigo el mercader. Frustrado y triste, Alí decidió llevar su caso directamente ante el califa como máxima autoridad y como última esperanza. El califa tampoco sabía cómo resolver el problema. Pensaba quién tenía razón y quién mentía. Aquella misma tarde, el califa, muy concentrado en el asunto, salió por la tarde, al jardín de su palacio, a dar un paseo.

Al día siguiente mando llamar a los dos hombres. Eran dos expertos aceituneros, a quienes el califa presentó a Alí Coxia y su amigo el mercader. Ante ellos, los dos, nuevamente, presentaron su punto de vista. Alí reclamando que había dejado de mil monedas de oro en un tarro de aceitunas. Su amigo, el mercader negando contundentemente que tales monedas, no existían.  Finalmente, el califa hizo dar opinión a los dos expertos aceituneros a quienes les presentaron el tarro de aceitunas. El califa tomó una aceituna y se la dio a uno de los aceituneros.

- ¿Qué te parecen?-- pregunto el califa.
- ¡Excelentes, mi señor! - opinó el aceitunero
- Están muy frescas, deben de ser de este año.
- Debes estar equivocado. –dijo el califa,  porque estas aceitunas fueron puestas en el tarro hace siete años.
- ¡Señor, que las pruebe el otro aceitunero!, pero yo le aseguro que son de este mismo año.


El otro experto probó también las aceitunas y corroboró lo que había dicho el primero. De esta forma, el califa supo cómo resolver el asunto.

Castigó al mercader que había sido deshonesto y mal amigo, y a Ali Coxia le fueron devueltas sus mil monedas de oro.

Adaptación cuento “El tarro de las aceitunas” de la colección "Las mil y una noche"


sábado, 24 de noviembre de 2018

PLANTACIÓN COLIFLOR


Sobre tierra mojada, la coliflor


Alumnado infantil 5 años





Cosecha de manzanas (Carl Larsson)

Sobre lo escrito





Elogio de la agricultura (En el “Económico” de Jenofonte)

Entre los principales argumentos que Sócrates esgrime a favor del cultivo de la tierra están los siguientes: esta actividad es un motivo de placer, un medio para incrementar el patrimonio y una manera de ejercitar el cuerpo para poder realizar cuanto corresponde a un hombre libre.
En primer lugar, la tierra produce el sustento del ser humano, y a quien la trabaja le otorga lo necesario para vivir sin preocupaciones.

En segundo lugar, proporciona todo para adornar los altares, las estatuas y los hombres, también ofrece gratísimas fragancias y bellos paisajes.

Tercero, produce numerosos manjares y víctimas propiciatorias para ganarse el favor de las deidades.

En lo que toca al aspecto ético, aunque la tierra es muy noble, no deja que recojan sus frutos quienes son desidiosos o flojos. Las labores agrícolas hacen que los hombres aprendan a esforzarse y les inculcan virtudes muy valiosas tanto para época de paz como de guerra: los acostumbran a tolerar las inclemencias del tiempo, a despertarse temprano, a caminar mucho, a permanecer en vigilia, les aportan vigor físico, les enseñan a correr, a disparar y a saltar. Al estar muy unidos a la tierra, los labradores están más dispuestos que nadie a defenderla con las armas. En consecuencia, la agricultura es lo más placentero y lo más provechoso para la vida.

“Paraíso”, agricultura y virtud en algunas obras de Jenofonte (Carolina Olivares Chávez)









Sobre tierra noble







¡Con qué ganas sale al huerto el alumnado de infantil! Aunque la lluvia haya mojado el suelo, aunque la humedad se sienta… las ganas, cuando son tantas, alivian. Son pequeños pero valientes. Atrevidos niños y niñas de cinco años que todo lo pueden. Hoy, tocó una plantación de coliflores. Sobre un huerto mojado y húmedo, admiran asombrados las plantas de coliflor y escuchan tranquilos sobre lo que vamos a hacer.




Sobre la coliflor les decimos  que son de la misma familia que la brócoli, que al pie de ellos la plantaron hace unos días compañeros y compañeras suyos. En nuestro municipio se le llama pava. Siempre se le llamó así, pava. Y aún hoy, muchas personas, sobre todo las mayores, siguen llamando a la coliflor, pava.




Después, mostramos al alumnado las plantas de coliflor y la observan con detalle y detenimiento. Sobre sus manos, las distintas plantas tienen entre cuatro y seis hojas, y están en su justo punto para ser trasplantadas al bancalico.




Solo los queda recordar los pasos para la perfecta plantación y finalmente, nos ponemos manos a la obra.




Cada uno de los niños y niñas, aunque la tierra está bien pesada, maneja perfectamente el escardillo para hacer el pequeño hoyo en la tierra, sobre dicho hoyo colocan la planta y la abrigan con la rica y húmeda tierra de nuestro huerto.




La plantación quedó perfecta, ahora… ¡Todos a regar!




Riegan y riegan cada planta, cada coliflor, y riegan y riegan.




Al final, llegó el final, como siempre llega. Nos despedimos y hasta la próxima ocasión.




Los pequeños huertanos




martes, 20 de noviembre de 2018

DE LA MANERA DE PLANTAR EL CEBOLLINO


“Aquí trayo un poco de cebolla...”



En el huerto (Jules Bretón)



Alumnado 4ºB



Sobre lo escrito



Fragmento: … en paz y buena compañía.

—Aquí trayo una cebolla y un poco de queso, y no sé cuántos mendrugos de pan —dijo Sancho—, pero no son manjares que pertenecen a tan valiente caballero como vuestra merced.

—¡Qué mal lo entiendes! —respondió don Quijote—. Hágote saber, Sancho, que es honra de los caballeros andantes no comer en un mes, y, ya que coman, sea de aquello que hallaren más a mano; y esto se te hiciera cierto si hubieras leído tantas historias como yo, que, aunque han sido muchas, en todas ellas no he hallado hecha relación de que los caballeros andantes comiesen, si no era acaso y en algunos suntuosos banquetes que les hacían, y los demás días se los pasaban en flores. Y aunque se deja entender que no podían pasar sin comer y sin hacer todos los otros menesteres naturales, porque en efeto eran hombres como nosotros, hase de entender también que andando lo más del tiempo de su vida por las florestas y despoblados, y sin cocinero, que su más ordinaria comida sería de viandas rústicas, tales como las que tú ahora me ofreces. Así que, Sancho amigo, no te congoje lo que a mí me da gusto: ni quieras tú hacer mundo nuevo, ni sacar la caballería andante de sus quicios.

—Perdóneme vuestra merced —dijo Sancho—, que como yo no sé leer ni escrebir, como otra vez he dicho, no sé ni he caído en las reglas de la profesión caballeresca; y de aquí adelante yo proveeré las alforjas de todo género de fruta seca para vuestra merced, que es caballero, y para mí las proveeré, pues no lo soy, de otras cosas volátiles y de más sustancia.

—No digo yo, Sancho —replicó don Quijote—, que sea forzoso a los caballeros andantes no comer otra cosa sino esas frutas que dices, sino que su más ordinario sustento debía de ser dellas y de algunas yerbas que hallaban por los campos, que ellos conocían y yo también conozco.

—Virtud es —respondió Sancho— conocer esas yerbas, que, según yo me voy imaginando, algún día será menester usar de ese conocimiento.

Y sacando en esto lo que dijo que traía, comieron los dos en buena paz y compaña. Pero, deseosos de buscar donde alojar aquella noche, acabaron con mucha brevedad su pobre y seca comida.


Capítulo X, primera parte Don Quijote (Miguel de Cervantes)






En huerto limpio, cebollino.



Virtud es —respondió Sancho— conocer esas yerbas, que, según yo me voy imaginando, algún día será menester usar de ese conocimiento.


¡Por fin! Vamos a aprender a plantar cebollito, la planta pequeña de la cebolla.

1.  Elegimos el terreno, lo limpiamos, lo cavamos y lo allanamos.


2.  Colocamos la tubería del goteo sobre el suelo, bien extendida.




3.  Levantamos la tierra de una de las caras del caballón que vamos a hacer y dejamos la tubería en el centro.






4.  Levantamos la tierra de la otra cara del caballón.




5.  El caballón quedará formado y debajo del mismo habrá quedado la tubería del goteo.




6.  Preparamos el cebollino, la planta pequeña de la cebolla. Le cortamos la mitad de las hojas del tallo para que agarre mucho mejor al suelo.






7.  Vamos haciendo un pequeño hoyo con el plantador.







8.  En cada hoyo introducimos un cebollino y tapamos con tierra.





9.  Finalmente, regamos.








Excelente tarea para tan valiente grupo







domingo, 18 de noviembre de 2018

PLANTACIÓN BRÓCOLI


Noviembre y la brócoli



Mujeres campesinas (Jean Françoise Millet)

Alumnado 1ºA



Sobre lo escrito
  



Propiedades del brócoli



- Es rico en vitaminas y minerales, además, aporta pocas calorías y grasas, por lo que se recomienda en dietas de adelgazamiento.

- El consumo de brócoli puede ayudar a aquellas personas que padecen estrés o nervios y los trastornos del sueño.

- Es una fuente importante de hierro para las mujeres durante la menstruación.

- Ayuda a bajar la tensión arterial.

- Es un alimento rico en vitaminas, sobre todo en vitamina C y vitamina A.

- Contiene fibra, calcio, hierro y potasio.

- Tiene multiples propiedades para combatir al cáncer, entre las cuales se incluye la vitamina C, betacaroteno y fibra.





Bajo un sol de noviembre





En este recién llegado noviembre, es la una del mediodía y el sol, en lo alto, calienta como siempre. Como siempre lo hace en noviembre. Bajo un cielo azul los niños y niñas del primer curso de primaria encienden el huerto con la luz y el brillo de sus deseos y entusiasmo por volver de nuevo al huerto y la incertidumbre de lo que realizarán hoy.






Todos se encuentran dispuestos y ansiosos por comenzar la tarea. En primer lugar, mostramos unas plantitas y, de pronto, se emocionan. Intuyen que disfrutarán. Y así será. Cada niño y niña del grupo acoge entre sus manos una planta de brócoli. La observan y se sienten contentos conociendo las plantas. Son pequeñas como ellos, pero irán creciendo, como ellos. ¡Llegó la hora!






Los niños y niñas comienzan a medir, ayudados con una caña, para señalar dónde se plantarán las plantas.






Después, se van intercambiando los papeles. Unos llevan las plantas de brócoli y las van entregando a sus compañeros o compañeras. Otros van haciendo los hoyos y al final… ¡todas las plangas regadas!




Antes de irnos, solamente nos queda regar. Y cómo estaba previsto todas las plantas de brócoli quedan en nuestro huerto. Habrá que continuar cuidando y observando.






Los deseos y las plantas




jueves, 15 de noviembre de 2018

RECOGIDA DE OLIVAS


Después de algunos años, llegó la recogida de olivas                      


Mujeres recogiendo olivas (Van Gogh)

Alumnado 4ºB



Sobre lo escrito




La Guerra del Peloponeso: atenienses propietarios de tierras de cultivo sufrieron importantes pérdidas económicas, debido a las incursiones de pillaje.

La agricultura, en efecto, vertebra la relación entre guerra y alimentación y hay que tener en cuenta que la economía en Grecia no sólo dependía de la calidad y cantidad de los campos, sino que se encontraba a merced de agentes externos y coyunturales, entre los que hay que incluir a lo largo de toda la Antigüedad, además de los frecuentes imprevistos climáticos, la guerra. La estrategia militar, sobre todo en el siglo v a. C., se desarrolla en relación con la defensa o el ataque de los recursos agrícolas y la guerra.


Según Cristóbal Barea en “Paraíso”, agricultura y virtud en algunas obras de Jenofonte (Carolina Olivares Chávez)





Mi amigo olivo (Walid e Ilias)


¡Al olivo que hemos visto crecer!



















¡A por olivas!




Aprendemos sobre las olivas: Fuimos al huerto para coger las olivas y las llevamos a clase.



El 23 de octubre de 2018 fuimos un grupo al huerto con el maestro Pepe, para recoger las olivas del huerto. Nos llevamos dos pequeñas cajas para echarlas.



En el huerto, el maestro nos enseñó un olivo, pero no sabía lo que íbamos a hacer, y resulta que el maestro nos dijo que empezáramos a coger las olivas del árbol.



¡Habían un montón! Yo me cansé mucho, pero con ayuda de todos las cogimos todas. No quedó ni una.



Cuando terminamos, después de coger muchas olivas y tomar varias fotos, nos sentamos y el maestro nos explicó que las olivas verdes cambiaban de color. De verde a lilas. Y tenía razón porque de todas las que cogimos unas eran verdes y otras lilas. 



Nos dijo también que cuando las olivas están bien maduras, de ellas se saca el aceite. El maestro Pepe tomó una oliva de color lila y blanda y la estrujó con sus dedos y salía aceite.



Vimos unas olivas que estaban totalmente negras por fuera y por dentro. Esas estaban podridas y no valían.



Ese día aprendimos más cosas gracias al maestro Pepe.



Me sentí bien porque nunca había hecho una recogida de olivas.

   
Entre el verde y el lila