viernes, 15 de diciembre de 2017

LAS FRUTAS EN LA GRECIA Y ROMA ANTIGUA

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LA FRUTA EN LA GRECIA Y ROMA ANTIGUA


Granadas. Fresco de la casa de Livia en el Palatino (Roma, siglo I d.C)

En la antigua Grecia

El consumo de fruta en la antigua Grecia, ha quedado de manifiesto a lo largo de muchos siglos en la literatura griega desde los testimonios más antiguos. Así, Homero describe en la Odisea los huertos fabulosos del rey de los feacios y del padre de Ulises. En dichos huertos, se menciona que entre las plantas que allí se cultivaban había: manzanos, perales, granados, higueras y olivos. Igualmente, la vid ocupa un lugar especial en el poema homérico de la Ilíada, y entre los motivos que el dios Hefesto representa como decoración en el escudo de Aquiles, se encuentra precisamente una escena de vendimia.

De los testimonios escritos en la literatura griega, se sabe que la fruta tuvo una gran importancia en la vida de los griegos. La fruta tuvo su papel como parte de su dieta, también, como valor simbólico, como prenda de amor y como ofrenda ritual a dioses y héroes.

Frutero (Pintura mural. Roma)

Los frutos de pequeño tamaño, generalmente, se servían al comienzo de la comida y  los diversos tipos de frutas constituían el elemento fundamental de lo que hoy día entendemos por postre.

A través de los escritos dejados por autores antiguos, se sabe que los griegos consumían una gran variedad de frutas. Dichas frutas iban desde la manzana hasta bayas de arbustos como el mirto o la mora, desde el higo, considerado un símbolo de la ciudad de Atenas, hasta los exóticos dátiles venidos de Oriente. Estos tipos de frutas son las que tienen una mayor presencia en los textos de los autores antiguos y por tanto, parecen haber sido las más importantes en su dieta diaria.

En cuanto al término manzana, en realidad era un genérico  que utilizaron los griegos y que abarcaba a diversas frutas de características similares: la propia manzana, el membrillo, el melocotón o incluso el albaricoque.

Las manzanas eran un producto tradicional en los mercados atenienses y un alimento común y barato. En tiempo de guerra las manzanas fueron bastante añoradas.

Los higos fueron otra de las aprovechadas frutas para los griegos que formaron parte de la dieta antigua desde época muy temprana. La planta del higo había sido domesticada ya en Mesopotamia.


Tazón de frutas transparente y jarros. (Frescos romanos en Pompeya, 70 a.C)

Se consumieron en abundancia los higos y de manera muy especial, los higos secos. Los higos se consideraron como fruta adecuada para el proceso de secado, lo que los convirtió en una fuente rica en azúcares. Tal es así que el higo se consideró como un alimento muy popular, abundante y sobre todo barato. Además, los higos frescos o secos, fueron ofrenda ritual habitual en diversas festividades religiosas.

Por su parte, las uvas destacaron especialmente en la antigua Grecia. Estaban estrechamente asociadas al dios Dionisio, el dios del vino, la fiesta y el teatro. Su uso principal fue para la elaboración de vino, que tanta importancia tuvo en la cultura griega, pero también, fue objeto de consumo como fruta fresca en distintas variedades de mesa y como pasas.

Los griegos recurrieron  al proceso de elaboración de pasas con el fin de elevar el nivel de azúcar de los granos, lo que se traducía en un sabor más dulce cuando se comían y un mayor grado alcohólico en el vino elaborado con su mosto.

Además, la pasificación de la uva fue un sistema muy efectivo para la conservación de la uva, aunque los griegos emplearon otros procesos como poner los racimos de uvas en remojo en vino. De esta manera, el líquido impedía el contacto directo entre los granos y favorecía su conservación.
Igualmente la uva se utilizó, en ocasiones, como ingrediente de algunos platos y las pasas como condimento.

Mosaico con higos.villa del Casale. Piazza Armerina, Sicilia
Además de la manzana, el higo y la uva, los antiguos  griegos contaban con un amplio repertorio de frutas. Así, la pera ocupó un lugar secundario. El momento de consumo de las peras era el postre. Como dato curioso, al parecer era una práctica común servirlas en agua, para que cada uno pudiera escoger la más madura, que era la que quedaba flotando en la superficie.

La ciruela debió tener un papel más importante que la pera. Se cuentan las ciruelas entre los alimentos que se servían como entrantes, junto con las cerezas, las moras y diversos frutos secos.

La granada fue más conocida, aunque menos por motivos dietéticos que simbólicos y religiosos. De hecho, era una fruta consagrada a diversos dioses, como Hera, Afrodita, Hermes o Apolo. Fue considerada símbolo de fecundidad por la cantidad de granos que contiene su fruto.

Junto a los frutos de los árboles se encuentran, también, los frutos que se obtenían de diversas clases de arbustos, como las bayas de mirto, las moras o los madroños.

El mirto se consumía bastante y se tomaba sobre todo como acompañamiento de la bebida.

Cesto con frutas. Casa del Ciervo, Herculano, Italia

El consumo de las moras destacó por su sabor dulce y su característico color oscuro cuando están maduras y, generalmente, eran alimentos que se tomaban como entrante.   Igualmente, los madroños se consumían como entrantes y en otros momentos como en el postre. Los antiguos griegos  prevenían sobre su consumo excesivo de los madroños, porque podían provocar una pesadez semejante a la del vino y dolor de cabeza.

En la antigua Roma

Al hablar de frutas en la antigua Roma, hay que hacerlo desde el análisis de las recetas referidas a las mismas y que están reunidas en el recetario romano del siglo IV d. C., titulado De re coquinaria y atribuido a Apicio.

Dicho recetario, nos permite descubrir el papel que tuvieron las frutas en la cocina romana. El consumo de frutas fue amplio, puesto que se sirvieron no solo como postres, sino también como entradas, como plato principal, como acompañamiento de diversas clases de carnes, y como ingrediente fundamental de un sin número de salsas agridulces, principalmente, para aves y pescados.

Los membrillos se utilizaron como guarnición de los platos principales para acompañar la carne de vaca o de ternera. También, los membrillos se emplearon en salsas para el pescado asado. Igualmente para preparar una salsa agridulce, pero en los casos para servir con el atún, se empleaban los dátiles o las uvas pasas.

Mosaico sobre vendimia (Roma)

En otras elaboraciones de salsas se incluían melocotones y dátiles, para aderezar un plato con carne de gallina. Sin embargo, la ciruela fue la fruta protagónica por excelencia de las salsas de acompañamiento para aves, pescados, y carnes de caza, como la de ciervo o liebre.

En cuanto a los postres, los llamados “dulcia” romanos, se elaboraban a base de dátiles.

Destacaron las célebres conservas de frutas en almíbar, servidas como postre. Se conservaron de manera habitual frutas sumergidas en miel.

Membrillos. Casa de Livia (Roma, siglo I d.C)
Otra forma muy frecuente de conservar la fruta fue en vino, en vinagre, en salmuera, o en la mezcla de todos ellos. Se sabe del empleo de los melocotones en conserva. Cuando la conserva se hacía en vino, presentaba la enorme ventaja, pues  gracias a la maceración de la fruta en el vino, se obtenía, además de la conserva de fruta, un nuevo producto sumamente apreciado por sus cualidades gustativas, pero sobre todo por sus propiedades medicinales: el vino de frutas. En muchos casos, además de vino también se añadía miel, como en la conserva de membrillos.   
                 
Especialmente importante fue el método simple y natural empleado para conservar la fruta: la desecación. Esta se lograba mediante la exposición prolongada de las frutas al sol. Manzanas, peras, higos, uvas y serbas fueron las principales frutas empleadas y una vez secas, se almacenaban para el consumo invernal.

Fuentes

  1. María José García Soler. “La fruta en la vida cotidiana de los antiguos griegos”

  1. Amalia Lejavitzer. “El papel de la fruta en la gastronomía romana de época imperial”


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