Cosecha de patatas sobre la abierta tierra
Alumnado 2ºA
Campesinos cosechando patatas (Camille Pissarro) |
Sobre lo escrito
Sobre la vieja mesa, que durante tantos años vio tanta hambre aliviar, reposa un plato raspado y deslucido, un viejo y gastado cuchillo y una botella medio vacía de vino acompañada de su fiel vaso, no menos desgastado y ajado que el plato.
Junto al rescoldo de la maltrecha y deshecha chimenea, dos patatas con su piel dorada por el calor, esperan aliviar el hambre del tío José y la tía Francisca.
-¡Francisca, saca las patatas o se quemarán! –manda el tío José.
Sobre el plato raspado y deslucido se ofrecen dos patatas abiertas como la tierra misma que las vio nacer. Mientras, las manos dichosas del tío José reparten la sal y pimienta sobre ellas.
“De vida y recuerdos”
Día completo en el bancalico. Un paseo para comenzar y dejar que los alumnos y alumnas capten todo a su alrededor. Después, buscamos dónde poder encontrar patatas. Pronto descubren dónde están. El caballón de las patatas se muestra elegante en nuestro huerto y les revela, de manera voluntaria, que están allí.
Descubierto el lugar, es momento de hacerse con la vieja azada y comenzar la faena. El grupo de niños y niñas a un lado y al otro, la azada cortando la tierra en tormos apretados que esconden las patatas. Algunas de ellas, se resisten a soltarse de la “madre” planta. Mientras, los niños y niñas, gozan del momento y de la satisfacción por descubrir lo nuevo. Son sus pequeñas manos las que, como si del mejor de los tesoros se tratara, con esmero y placer las limpian de tierra, para luego, llevarlas a clase. Ya tenemos escusa para elaborar una sabrosa receta con… ¡patatas del bancalico!.
Después, los niños y niñas completan su visita al huerto regalando fresca agua sobre los cultivos de pimientos y tomates.
¡Toda una sesión bien completa!
Calurosa mañana
Encuentro admirable
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