miércoles, 10 de enero de 2018

LOS FRUTALES DEL BANCALICO DEL CERVANTES

Los frutos de estos árboles no cesan en todo el año






Sobre lo escrito



En el jardín de Alcínoo, rey de los Feacios:

Allí crecen árboles altos y verdes, perales granados, de brillantes frutos, dulces higueras y olivos siempre verdes. Los frutos de estos árboles no cesan en todo el año, no faltan ni un invierno ni en verano; sin cesar, el Céfiro con su hálito hace nacer a los unos y madurar a los otros. La pera envejece al lado de la pera, la manzana al lado de la manzana y el higo al lado del higo. Allí se plantó también una fecunda viña, una parte de la cual, en un llano unido y descubierto, está secándose a los rayos del sol; se vendimian sus racimos, mientras las otras se están prensando; más lejos hay todavía racimos jóvenes, los unos aparecen en flor, y los otros comienzan a ennegrecer.

Fragmento Canto VII “La Odisea” (Homero)








De las frutas:
Aquí ven, a este templo de Creta,
sacrosanto donde hay un gracioso bosquecillo sagrado
de manzanos, y altares perfumados
con olor de incienso.

Aquí el agua fresca susurra entre las ramas
de manzanos, y todo el sitio está sombreado
por rosales, y de las hojas que tiemblan
desciende el sopor.

Fragmento poema Desde Creta ven, Afrodita (Safo)








Sobre los membrillos:

En primavera los membrillos, regados por las aguas corrientes de los arroyos, allí en el jardín intacto de las vírgenes florecen, y rebrotan y crecen los racimos bajo los tallos umbrosos de los pámpanos.

Fragmento poema En primavera los membrillos (Íbico de Regio)








De las frutas:

Una granada de amarilla piel, higos de piel arrugada, una verde ramita de rosado racimo, una manzana de dulce aroma, recubierta de suave pelusa, una nuez que brilla fuera de su verde cáscara, un pepino fresco, que descansa en tierra entre sus hojas, una aceituna de corteza amarilla ya ennegrecida, a ti, amigo de los viajeros, Príapo, te [los] ofrenda el jardinero Lamón, rogándote que florezcan sus árboles frutales y sus [propios] miembros.

Fragmento poema (Felipo de Tesalónica)








De las frutas:

La gente de campo come habitualmente el fruto del cerezo silvestre, las moras, las bellotas y el fruto del madroño, y un tanto menos los de otros árboles y arbustos. Pero cuando el hambre ataca a nuestra tierra, y hay bastantes bellotas y nísperos, ellos los almacenan en pozos y los consumen en vez de los alimentos de los cereales a lo largo del invierno y comienzos de la primavera. Las bellotas eran previamente comida para los porcinos, pero luego cuando los cerdos no podían ser mantenidos en invierno en la forma usual, primero los mataban y los usaban como alimento, después abrían sus pozos de almacenamiento y comenzaban a comer las bellotas, preparándolas como comida en una variedad de formas de un lugar a otro.

Fragmento (Galeno)






El valor de los higos en la Grecia antigua:

Frente al rechazo y burla del un gastrónomo refinado y elitista como Arquéstrato de Gela mira los higos secos con desprecio y los considera postre adecuado sólo para quienes se encuentran en la extrema pobreza. Sin embargo, lo cierto es que la opinión general que tenía el pueblo griego no coincide con este poeta, sino más bien con la de Ananio , que no duda de su valor:

“Si uno encerrase mucho oro en su casa
y unos pocos higos y a dos o tres hombres,
podrías comprender cuánto valen más los higos que el oro”.






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