Los frutos de estos árboles no cesan en
todo el año
Sobre lo escrito
En el jardín de Alcínoo, rey de los Feacios:
Allí crecen árboles altos y verdes,
perales granados, de brillantes frutos, dulces higueras y olivos siempre
verdes. Los frutos de estos árboles no cesan en todo el año, no faltan ni un
invierno ni en verano; sin cesar, el Céfiro con su hálito hace nacer a los unos
y madurar a los otros. La pera envejece al lado de la pera, la manzana al lado
de la manzana y el higo al lado del higo. Allí se plantó también una fecunda
viña, una parte de la cual, en un llano unido y descubierto, está secándose a
los rayos del sol; se vendimian sus racimos, mientras las otras se están
prensando; más lejos hay todavía racimos jóvenes, los unos aparecen en flor, y
los otros comienzan a ennegrecer.
Fragmento Canto VII
“La Odisea” (Homero)
De las frutas:
Aquí ven, a este
templo de Creta,
sacrosanto donde hay
un gracioso bosquecillo sagrado
de manzanos, y
altares perfumados
con olor de
incienso.
Aquí el agua fresca
susurra entre las ramas
de manzanos, y todo
el sitio está sombreado
por rosales, y de
las hojas que tiemblan
desciende el sopor.
Fragmento poema
Desde Creta ven, Afrodita (Safo)
Sobre los membrillos:
En primavera los membrillos, regados
por las aguas corrientes de los arroyos, allí en el jardín intacto de las
vírgenes florecen, y rebrotan y crecen los racimos bajo los tallos umbrosos de
los pámpanos.
Fragmento poema En
primavera los membrillos (Íbico de Regio)
De las frutas:
Una granada de amarilla piel, higos
de piel arrugada, una verde ramita de rosado racimo, una manzana de dulce
aroma, recubierta de suave pelusa, una nuez que brilla fuera de su verde
cáscara, un pepino fresco, que descansa en tierra entre sus hojas, una aceituna
de corteza amarilla ya ennegrecida, a ti, amigo de los viajeros, Príapo, te
[los] ofrenda el jardinero Lamón, rogándote que florezcan sus árboles frutales
y sus [propios] miembros.
Fragmento poema
(Felipo de Tesalónica)
De las frutas:
La gente de campo come habitualmente
el fruto del cerezo silvestre, las moras, las bellotas y el fruto del madroño,
y un tanto menos los de otros árboles y arbustos. Pero cuando el hambre ataca a
nuestra tierra, y hay bastantes bellotas y nísperos, ellos los almacenan en
pozos y los consumen en vez de los alimentos de los cereales a lo largo del
invierno y comienzos de la primavera. Las bellotas eran previamente comida para
los porcinos, pero luego cuando los cerdos no podían ser mantenidos en invierno
en la forma usual, primero los mataban y los usaban como alimento, después
abrían sus pozos de almacenamiento y comenzaban a comer las bellotas,
preparándolas como comida en una variedad de formas de un lugar a otro.
Fragmento (Galeno)
El valor de los higos en la Grecia antigua:
Frente al rechazo y burla del un gastrónomo
refinado y elitista como Arquéstrato de Gela mira los higos secos con desprecio
y los considera postre adecuado sólo para quienes se encuentran en la extrema
pobreza. Sin embargo, lo cierto es que la opinión general que tenía el pueblo
griego no coincide con este poeta, sino más bien con la de Ananio , que no duda
de su valor:
“Si uno encerrase mucho oro en
su casa
y unos pocos higos y a dos o
tres hombres,
podrías comprender cuánto
valen más los higos que el oro”.
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