Llegó el momento de la siembra de habas
Alumnado 5º A
Curiosidades
Durante el reinado de Isabel I, hubo ocasiones en
que los panaderos debieron cumplir la orden de amasar su pan con harina de
habas por escasez en las cosechas de trigo.
Paisaje con carro y tren al fondo (Vang Gogh) |
Llegada está época de final de verano y principio de
otoño, en nuestro municipio, desde hace muchos años, no había bancal en la
huerta que no tuviese un roal (trozo
de tierra en murciano huertano) de tierra con habas. Las habas se
convirtieron en un alimento bastante aprovechado en las casas para el sustento
de las familias.
Primeramente se consumían las habas bien tiernas y
acompañadas con un buen trozo de tocino, jamón o salazones de pescado, como:
bonito, sardinas de bota y bacalao. Después, una vez recogidas las habas bien
maduras y bien secas, se consumían cocidas acompañadas de hueso de jamón, cabeza
de ajos, trozos de chorizo y tocino, laurel y guindillas picantes. Todo ello
conformaban un plato que servido bien caliente, proporcionaba a las familias
huertanas, el calor suficiente para ahuyentar los fríos días de los crudos inviernos (inviernos bien fríos y desagradables). A este plato tan
característico de nuestra tierra se le llama Michirones.
Como no podía ser de otra manera, en nuestro huerto
llegó la hora de la siembra de habas. Para dicha tarea se apuntó el alumnado de
5º A. Por cierto, estuvieron bien interesados, con ganas e ilusión. La siembra
de habas es bien sencilla y los alumnos y alumnas cumplieron con nota dicha
tarea.
Para la ocasión, contamos con unas semillas de habas
que un lugareño nos regaló, el tío Antonio. El tío Antonio, como es costumbre,
todos los años siembra sus habas y siempre deja que maduren unas vainas para
sacarle las habas secas que serán las semillas para el próximo año. Según nos
dice el tío Antonio, son unas semillas de habas de buenísima calidad. Ya le
contaremos como nos fue en nuestro bancalito.
Explicamos la sencilla tarea a los niños y niñas y
después de organizarnos. Sembraron una fila de habas con diez golpes. Excavaron
un pequeño hoyo, pusieron tres semillas de habas, cubrieron de tierra y
finalmente, les regalaron el agua, que obviamente, nunca puede faltar a
cualquier siembra o plantación.
Después de todo ello, ahora sólo queda esperar a ver
cómo nacen las plantas de habas y cómo se van desarrollando. El alumnado queda
avisado para ir observando y proporcionarle los cuidados que requiere el
cultivo.
Envuelvo mis descubrimientos
Con ansia y curiosidad
deseo pisar y tocar la tierra
en una feliz jornada.
Trabajar con empeño
envolviendo descubrimientos
que enciendan mi alma.
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