sábado, 13 de enero de 2018

PLANTACIÓN DE LECHUGAS

Lechugas para cogollos prietos y hojas duras





Alumnado infantil 5 años


El campesino (Camille Pissarro)

Sobre lo escrito




Sobre las lechugas:

Las que son tanto verdes que tornan en negras, se pueden mejor que otras sembrar en el invierno, y estas se sienbran bien por Enero, y las otras por Marzo y Abril ; mas de todas son mejores las que se cojen y aprietan en sí las hojas como repollos; verdad es que las tales mas presto echan cogollos que otras ningunas, y las que tienen las hojas mas duras, aquellas sufren mejor el invierno, y se pueden senbrar mas tempranas que las otras.

Fragmento libro cuarto “Libro de agricultura” (Alonso de Herrera)






De nuevo al huerto y otro grupo de infantil de 5 año. Y tenían ganas de salir al huerto. Sus compañeros y compañeras, hace unos días, salieron e hicieron una plantación de lechugas y, ellos, como no podía ser menos también quisieron saber y conocer de las lechugas.

El grupo de alumnos y alumnas tomaron asiento, les damos la bienvenida y mostramos las pequeñas lechuguitas. Las observan, pero no comentan nada. ¿Queréis una planta cada uno?, preguntamos. Todos responden que sí. Les entregamos una planta a cada niño y cada niña para que la observen. Nos detenemos en el cepellón con las raíces y la tierra que  las cubre, el tallo y las hojas. Están emocionados y les llama la atención muchísimo… ¡Son bonitas!, comenta una niña.

Después de la charla es hora de pisar el bancalico y empezar la plantación. Es bien fácil, le decimos. Se trata de poner la plantita sobre un pequeño hoyo que vamos a hacer en la tierra. Después, lo cubriremos con tierra y  para acabar, le pondremos el agua que necesitan. Sin agua no sobrevivirán.

La tarea estuvo magnífica, los niños y niñas se mostraron bastante motivados y pusieron todas las ganas. Estamos seguros que las lechugas crecerán de maravilla.
  

Quiero contarme para recordarte























  
Sobre lecho de pasión



miércoles, 10 de enero de 2018

LOS FRUTALES DEL BANCALICO DEL CERVANTES

Los frutos de estos árboles no cesan en todo el año






Sobre lo escrito



En el jardín de Alcínoo, rey de los Feacios:

Allí crecen árboles altos y verdes, perales granados, de brillantes frutos, dulces higueras y olivos siempre verdes. Los frutos de estos árboles no cesan en todo el año, no faltan ni un invierno ni en verano; sin cesar, el Céfiro con su hálito hace nacer a los unos y madurar a los otros. La pera envejece al lado de la pera, la manzana al lado de la manzana y el higo al lado del higo. Allí se plantó también una fecunda viña, una parte de la cual, en un llano unido y descubierto, está secándose a los rayos del sol; se vendimian sus racimos, mientras las otras se están prensando; más lejos hay todavía racimos jóvenes, los unos aparecen en flor, y los otros comienzan a ennegrecer.

Fragmento Canto VII “La Odisea” (Homero)








De las frutas:
Aquí ven, a este templo de Creta,
sacrosanto donde hay un gracioso bosquecillo sagrado
de manzanos, y altares perfumados
con olor de incienso.

Aquí el agua fresca susurra entre las ramas
de manzanos, y todo el sitio está sombreado
por rosales, y de las hojas que tiemblan
desciende el sopor.

Fragmento poema Desde Creta ven, Afrodita (Safo)








Sobre los membrillos:

En primavera los membrillos, regados por las aguas corrientes de los arroyos, allí en el jardín intacto de las vírgenes florecen, y rebrotan y crecen los racimos bajo los tallos umbrosos de los pámpanos.

Fragmento poema En primavera los membrillos (Íbico de Regio)








De las frutas:

Una granada de amarilla piel, higos de piel arrugada, una verde ramita de rosado racimo, una manzana de dulce aroma, recubierta de suave pelusa, una nuez que brilla fuera de su verde cáscara, un pepino fresco, que descansa en tierra entre sus hojas, una aceituna de corteza amarilla ya ennegrecida, a ti, amigo de los viajeros, Príapo, te [los] ofrenda el jardinero Lamón, rogándote que florezcan sus árboles frutales y sus [propios] miembros.

Fragmento poema (Felipo de Tesalónica)








De las frutas:

La gente de campo come habitualmente el fruto del cerezo silvestre, las moras, las bellotas y el fruto del madroño, y un tanto menos los de otros árboles y arbustos. Pero cuando el hambre ataca a nuestra tierra, y hay bastantes bellotas y nísperos, ellos los almacenan en pozos y los consumen en vez de los alimentos de los cereales a lo largo del invierno y comienzos de la primavera. Las bellotas eran previamente comida para los porcinos, pero luego cuando los cerdos no podían ser mantenidos en invierno en la forma usual, primero los mataban y los usaban como alimento, después abrían sus pozos de almacenamiento y comenzaban a comer las bellotas, preparándolas como comida en una variedad de formas de un lugar a otro.

Fragmento (Galeno)






El valor de los higos en la Grecia antigua:

Frente al rechazo y burla del un gastrónomo refinado y elitista como Arquéstrato de Gela mira los higos secos con desprecio y los considera postre adecuado sólo para quienes se encuentran en la extrema pobreza. Sin embargo, lo cierto es que la opinión general que tenía el pueblo griego no coincide con este poeta, sino más bien con la de Ananio , que no duda de su valor:

“Si uno encerrase mucho oro en su casa
y unos pocos higos y a dos o tres hombres,
podrías comprender cuánto valen más los higos que el oro”.






lunes, 8 de enero de 2018

SIEMBRA DE ACELGAS

Semillas, cava y casita contra las aves



Alumnado 4ªA

Olivos (Van Gogh)

Sobre lo escrito




Sobre las acelgas:

Puédenlas bien sembrar entre las otras hortalizas, que no tienen necesidad de tener apartado por sí lugar, sino ó por los sulcos ó entre las eras. Si bien las labran hácense gran^ des, y onde una vez las siembran si no las arrincan verdes nunca se pierden, ni tienen necesidad de tornarlas á sembrar alli, que de la simiente que dellas cae tornan á nascer, y de la simiente de una mata nascen unas acelgas que al primer año no llevan simiente, ni hacen tallo ó mástil, y estas son muy buenas para comer; mas las que luego al primer año espigan no valen nada, ni dellas tomen simiente para sembrar, sino de las primeras que no llevan al primer año simiente, y aquellas que luego espigan arrínquenlas, que son sin virtud,  y no valen nada: guárdase bien su simiente cuatro años, y de alli adelante no es buena para sembrar

Fragmento libro cuarto “Libro de agricultura” (Alonso de Herrera)





Hoy nos quedamos con la siembra de acelgas y con los alumnos y alumnas de la clase de cuarto curso.

Todo el grupo de cuarto quiso salir, pero obviamente, sólo podían salir la mitad. Los que se quedaron en el aula, con ganas se quedaron. Saldrán en la próxima ocasión. Deben turnarse.

El grupo estaba contento e ilusionado. Ya en el huerto, aprovechamos para explicar sobre la diferencia entre siembra y cosecha. Mostramos las semillas y entregamos a cada niño y niña algunas semillas para que las vieran. Además, les explicamos que las semillas se extraén cuando se deja alguna de las plantas de acelgas espigar y secar. Después, se van cogiendo las distintas semillas de las ramas secas de la planta y finalmente, se guardan.

Hicimos sobre la tierra una simulación práctica de la siembra con el fin de que vieran como se realiza y que ellos mismos, en el bancalico, llevaran a cabo la tarea. Una vez que quedó perfectamente clara la idea y el modo de hacerlo, hicimos dos pequeños grupos con el fin de repartir las tareas. Como de costumbre, y ahora en plena época de siembras y plantaciones de invierno, un grupo llevaría labores de cava del suelo en distintos bancalicos y otro grupo empezaría con la siembra.

Quedaron sembradas las acelgas y se cavo la tierra. Después, se hicieron los precisos y esperados riegos y finalmente, tuvieron de conocer la experiencia de la construcción de la “casita protectora de las plantas” contra las aves.

Final feliz y recuerdos para no olvidar.




Ahora te tengo


















Con la mirada al sol y en el suelo



martes, 19 de diciembre de 2017

SIEMBRA DE RÁBANOS

Siembra de rábanos sobre el caballón





Alumnado 6ºB

 
Casa de campo y gansos (Gaugin)



Sobre lo escrito



Para qué remedios se recurre a los rábanos.
Si se remojan semillas de rábano en un zumo dulce, en miel o en vino dulce tres días y luego se siembran, los rábanos que nazcan serán dulces y serán un medicamento para la mucosidad y el dolor de riñones. Si se cocina la piel de algunos rábanos en vino y luego se come, será un medicamento contra el dolor de riñones y el de vejiga, con el auxilio de Dios. Si se comen rábanos cocinados con miel, será un remedio para el dolor de pecho y la tos. Si se fríen semillas de rábano y se comen con miel, será un remedio para la tos y el hipo. Si una mujer que está amamantando come rábanos, tendrá más leche y se sentirá inclinada a tener relaciones sexuales. Si se comen rábanos crudos, daña la voz del que los ingiere y le produce afonía. Quien los come en ayunas crudos, no sufrirá el día que los haya ingerido ningún daño cuya causa sea la práctica mágica. Tomar jugo de rábanos o de sus semillas es tan efectivo contra los venenos como la triaca, puesto que repelen el veneno y provocan que la gente lo expulse por el sudor, de modo que los afectados se curarán, con la ayuda de Dios.

Fragmento Tratado de Agricultura (Casiano Baso Escolástico)







Ayer lunes fui al huerto con mis compañeros. Ese día no salimos muchos niños y niñas, porque algunos tuvieron que terminar de realizar un trabajo en el aula plumier.

Lo primero que hicimos, es como siempre, ir al almacén y coger los materiales de siempre.

Al principio, el maestro Pepe nos dijo que teníamos que hacer un pequeño caballón, Luego, nos explicó que eran los caballones y cómo se hacían.

Para hacer el caballón, cogimos una cuerda sujeta a dos trozos de cañas. Eso se utiliza en la huerta desde siempre y se hace para que los caballones queden rectos.

Al terminar de colocar la cuerda en el bancalico, cogimos el rastrillo e hicimos una especie de montaña pequeña para sembrar los rábanos. Después, nos pusimos a echar humus de lombriz con las palas. Todo ello para después, sembrar los rábanos. Yo sembré la última porque estuve tomando fotos a mis compañeros.

Cuando terminamos nos pusimos a regar lo que habíamos sembrado.

Por último, protegimos las plantas de lechuga y guisantes. Para proteger las plantas se necesita una red, dos cañas largas y tres cañas cortas. Las cañas cortas se clavan en los dos lados del bancal. Luego, para sujetar mejor la red se colocan piedras para que no se salga.

Finalmente, recogimos y nos fuimos a clase.
Lizbeth





Mañanas que levantan el vuelo

























Con manos tiernas



viernes, 15 de diciembre de 2017

LAS FRUTAS EN LA GRECIA Y ROMA ANTIGUA

Para saber más





LA FRUTA EN LA GRECIA Y ROMA ANTIGUA


Granadas. Fresco de la casa de Livia en el Palatino (Roma, siglo I d.C)

En la antigua Grecia

El consumo de fruta en la antigua Grecia, ha quedado de manifiesto a lo largo de muchos siglos en la literatura griega desde los testimonios más antiguos. Así, Homero describe en la Odisea los huertos fabulosos del rey de los feacios y del padre de Ulises. En dichos huertos, se menciona que entre las plantas que allí se cultivaban había: manzanos, perales, granados, higueras y olivos. Igualmente, la vid ocupa un lugar especial en el poema homérico de la Ilíada, y entre los motivos que el dios Hefesto representa como decoración en el escudo de Aquiles, se encuentra precisamente una escena de vendimia.

De los testimonios escritos en la literatura griega, se sabe que la fruta tuvo una gran importancia en la vida de los griegos. La fruta tuvo su papel como parte de su dieta, también, como valor simbólico, como prenda de amor y como ofrenda ritual a dioses y héroes.

Frutero (Pintura mural. Roma)

Los frutos de pequeño tamaño, generalmente, se servían al comienzo de la comida y  los diversos tipos de frutas constituían el elemento fundamental de lo que hoy día entendemos por postre.

A través de los escritos dejados por autores antiguos, se sabe que los griegos consumían una gran variedad de frutas. Dichas frutas iban desde la manzana hasta bayas de arbustos como el mirto o la mora, desde el higo, considerado un símbolo de la ciudad de Atenas, hasta los exóticos dátiles venidos de Oriente. Estos tipos de frutas son las que tienen una mayor presencia en los textos de los autores antiguos y por tanto, parecen haber sido las más importantes en su dieta diaria.

En cuanto al término manzana, en realidad era un genérico  que utilizaron los griegos y que abarcaba a diversas frutas de características similares: la propia manzana, el membrillo, el melocotón o incluso el albaricoque.

Las manzanas eran un producto tradicional en los mercados atenienses y un alimento común y barato. En tiempo de guerra las manzanas fueron bastante añoradas.

Los higos fueron otra de las aprovechadas frutas para los griegos que formaron parte de la dieta antigua desde época muy temprana. La planta del higo había sido domesticada ya en Mesopotamia.


Tazón de frutas transparente y jarros. (Frescos romanos en Pompeya, 70 a.C)

Se consumieron en abundancia los higos y de manera muy especial, los higos secos. Los higos se consideraron como fruta adecuada para el proceso de secado, lo que los convirtió en una fuente rica en azúcares. Tal es así que el higo se consideró como un alimento muy popular, abundante y sobre todo barato. Además, los higos frescos o secos, fueron ofrenda ritual habitual en diversas festividades religiosas.

Por su parte, las uvas destacaron especialmente en la antigua Grecia. Estaban estrechamente asociadas al dios Dionisio, el dios del vino, la fiesta y el teatro. Su uso principal fue para la elaboración de vino, que tanta importancia tuvo en la cultura griega, pero también, fue objeto de consumo como fruta fresca en distintas variedades de mesa y como pasas.

Los griegos recurrieron  al proceso de elaboración de pasas con el fin de elevar el nivel de azúcar de los granos, lo que se traducía en un sabor más dulce cuando se comían y un mayor grado alcohólico en el vino elaborado con su mosto.

Además, la pasificación de la uva fue un sistema muy efectivo para la conservación de la uva, aunque los griegos emplearon otros procesos como poner los racimos de uvas en remojo en vino. De esta manera, el líquido impedía el contacto directo entre los granos y favorecía su conservación.
Igualmente la uva se utilizó, en ocasiones, como ingrediente de algunos platos y las pasas como condimento.

Mosaico con higos.villa del Casale. Piazza Armerina, Sicilia
Además de la manzana, el higo y la uva, los antiguos  griegos contaban con un amplio repertorio de frutas. Así, la pera ocupó un lugar secundario. El momento de consumo de las peras era el postre. Como dato curioso, al parecer era una práctica común servirlas en agua, para que cada uno pudiera escoger la más madura, que era la que quedaba flotando en la superficie.

La ciruela debió tener un papel más importante que la pera. Se cuentan las ciruelas entre los alimentos que se servían como entrantes, junto con las cerezas, las moras y diversos frutos secos.

La granada fue más conocida, aunque menos por motivos dietéticos que simbólicos y religiosos. De hecho, era una fruta consagrada a diversos dioses, como Hera, Afrodita, Hermes o Apolo. Fue considerada símbolo de fecundidad por la cantidad de granos que contiene su fruto.

Junto a los frutos de los árboles se encuentran, también, los frutos que se obtenían de diversas clases de arbustos, como las bayas de mirto, las moras o los madroños.

El mirto se consumía bastante y se tomaba sobre todo como acompañamiento de la bebida.

Cesto con frutas. Casa del Ciervo, Herculano, Italia

El consumo de las moras destacó por su sabor dulce y su característico color oscuro cuando están maduras y, generalmente, eran alimentos que se tomaban como entrante.   Igualmente, los madroños se consumían como entrantes y en otros momentos como en el postre. Los antiguos griegos  prevenían sobre su consumo excesivo de los madroños, porque podían provocar una pesadez semejante a la del vino y dolor de cabeza.

En la antigua Roma

Al hablar de frutas en la antigua Roma, hay que hacerlo desde el análisis de las recetas referidas a las mismas y que están reunidas en el recetario romano del siglo IV d. C., titulado De re coquinaria y atribuido a Apicio.

Dicho recetario, nos permite descubrir el papel que tuvieron las frutas en la cocina romana. El consumo de frutas fue amplio, puesto que se sirvieron no solo como postres, sino también como entradas, como plato principal, como acompañamiento de diversas clases de carnes, y como ingrediente fundamental de un sin número de salsas agridulces, principalmente, para aves y pescados.

Los membrillos se utilizaron como guarnición de los platos principales para acompañar la carne de vaca o de ternera. También, los membrillos se emplearon en salsas para el pescado asado. Igualmente para preparar una salsa agridulce, pero en los casos para servir con el atún, se empleaban los dátiles o las uvas pasas.

Mosaico sobre vendimia (Roma)

En otras elaboraciones de salsas se incluían melocotones y dátiles, para aderezar un plato con carne de gallina. Sin embargo, la ciruela fue la fruta protagónica por excelencia de las salsas de acompañamiento para aves, pescados, y carnes de caza, como la de ciervo o liebre.

En cuanto a los postres, los llamados “dulcia” romanos, se elaboraban a base de dátiles.

Destacaron las célebres conservas de frutas en almíbar, servidas como postre. Se conservaron de manera habitual frutas sumergidas en miel.

Membrillos. Casa de Livia (Roma, siglo I d.C)
Otra forma muy frecuente de conservar la fruta fue en vino, en vinagre, en salmuera, o en la mezcla de todos ellos. Se sabe del empleo de los melocotones en conserva. Cuando la conserva se hacía en vino, presentaba la enorme ventaja, pues  gracias a la maceración de la fruta en el vino, se obtenía, además de la conserva de fruta, un nuevo producto sumamente apreciado por sus cualidades gustativas, pero sobre todo por sus propiedades medicinales: el vino de frutas. En muchos casos, además de vino también se añadía miel, como en la conserva de membrillos.   
                 
Especialmente importante fue el método simple y natural empleado para conservar la fruta: la desecación. Esta se lograba mediante la exposición prolongada de las frutas al sol. Manzanas, peras, higos, uvas y serbas fueron las principales frutas empleadas y una vez secas, se almacenaban para el consumo invernal.

Fuentes

  1. María José García Soler. “La fruta en la vida cotidiana de los antiguos griegos”

  1. Amalia Lejavitzer. “El papel de la fruta en la gastronomía romana de época imperial”