“Tan sano es el trabajo como la sopa
de ajo”
Alumnado 5ºB
Sobre lo escrito
De unas islas llamadas de los Bienaventurados
«Gozan de
lluvias moderadas y raras y, con unos
vientos suaves y llenos de rocío, ofrecen una tierra muelle y crasa,
apta no sólo para ser arada y sembrada, sino que produce frutos que por su
abundancia y sabor alimentan sin penas a un pueblo descansado. La igualdad de
las estaciones y la suavidad de los cambios hacen reinar en ellas un aire sano;
porque los vientos que soplan procedentes del interior de las tierras, por la
distancia que recorren, van decayendo y perdiendo fuerza, mientras que los del
mar, abrigos y céfiros, portadores de lluvias suaves y moderadas, nutren las
plantas con su húmeda bonanza.
De manera que
hasta entre aquellos bárbaros es muy frecuente la creencia de que era allí
donde estaban los Campos Elíseos, mansión de los bienaventurados, cantados por
Homero».
Plutarco
Plantación firme bonanza
El abuelo Mariano nos regaló dos manojos
de cabezas de ajos para sembrarlos en nuestro huerto. Nunca antes habían
sembrado ajos, y más aún, ni siquiera sabían cómo hacerlo. Además, les llamó la
atención
Les explicamos cómo son los modos y
prácticas de la siembra y quedaron sorprendidos. Sobre el bancalico y sentado
el alumnado a nuestro alrededor, les comentamos que para sembrar los ajos,
necesitamos separar los dientes de la cabeza. Así, sembraremos un solo diente
de ajo, y una vez germinado, empezará a desarrollarse para ir engrosándose la
base de su tallo, que dará lugar a la cabeza de ajos.
Les hacemos saber que este tipo de ajos se
les llama tiernos, porque lo que consumimos es su tallo cuando aún está joven y
no se ha desarrollado la cabeza. Algunos alumnos y alumnas comentan que en su
casa los consumen, junto a otras verduras, en revueltos y también,
salteados.
Mostramos las cabezas de ajos y aclaramos
cuestiones. Las cabezas de estos ajos, las obtienen los huertanos dejando que
los ajos tiernos que sembraron, se desarrollen hasta conseguir que alcancen su
madurez y poder consumirlos como ajos secos y guardar algunas cabezas para la
siembra del año siguiente.
Finalmente, explicamos la tarea de la
siembra. Es bien simple, consiste en introducir con los dedos el diente de ajo
debajo de la tierra, taparlo con tierra y por último, regar.
Se forman dos grupos de trabajo. Uno
remueve la tierra en los bancalicos, mientras que el otro, empieza la siembra.
Se intercambian las tareas y al acabar, se riega todo.
Buen trabajo y buena actitud.
¡Por cierto!...encontraron una lombriz de
tierra y fue la protagonista de la sesión.
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