lunes, 17 de junio de 2019

COSECHA DE PATATAS


Patatas, lo que la tierra modela.


Alumnado 5ºA


Cosechadoras de patatas (Elin Danielson-Gambogi)


Sobre lo escrito




De unas islas afortunadas

“Aseguran que en el mar exterior de las Columnas de Hércules, los cartagineses descubrieron una isla desierta, aunque poblada de toda clase de árboles y cruzada por ríos navegables; dicha isla resultaba admirable por sus frutos y se hallaba alejada de la tierra firma, de la que distaba varios días de navegación. Su fertilidad condujo a que los cartagineses la visitasen a menudo y que algunos de ellos llegaran a establecerse allí; sin embargo, las autoridades cartagineses prohibieron la navegación hacia ella bajo pena de muerte y que sus colonos no revelasen su existencia y una multitud de gentes llegase a apropiarse de la isla privando a los cartagineses de su explotación.”

Fragmento de “Sobre cosas maravillosas oidas contar (Timeo)




  
¡Puro espectáculo natural!




La patata y un día completo en el bancalico. El alumnado de   5º A aceptó la propuesta de conocer aspectos de la patata y de la experiencia de observar y disfrutar de la cosecha de patatas.






Hoy, cuatro meses después de su siembra y como si de un juego se tratara, contamos algunos aspectos sobre la patata y les hacemos saber sobre el origen, historia y algunas de sus anécdotas. Después, llamamos su atención sobre los caballones de las patatas para que los observen. Sobre el caballón, las plantas de la patata, se están poniéndose bastante amarillentas. Con el paso de los meses van tomando un color y aspecto mortecino y algunos tallos están secos o medio secos. Aún quedan restos de lo que fueron sus flores, pero apenas son perceptibles. A continuación, preguntamos sobre qué parte de la planta de la patata aprovechamos para comer. Después de varias respuestas un tanto impulsivas y precipitadas, acabamos por decirles que se trata de unos tubérculos. Esto es, la parte final de ciertos tallos subterráneos de la planta de la patata que se van engrosando con el paso del tiempo y que contienen sustancias de reserva para la propia planta. Justo esos tubérculos son los que aprovechamos para comer. Por último, antes de comenzar a extraer las patatas, les mostramos algunas de las patatas que utilizamos para sembrar en el mes de enero y que, todavía, hoy guardamos para que vieran el paso del tiempo sobre dichas patatas y algunos de los trozos de patata que se emplearon para la siembra.








Descubierto el “secreto” de las patatas, es momento de hacerse con la vieja azada y comenzar la faena. El grupo de niños y niñas a un lado y al otro, la azada cortando la tierra en tormos apretados que esconden las patatas. Algunas de ellas, se resisten a soltarse de la “madre” planta. Mientras, los niños y niñas, gozan del momento y de la satisfacción por descubrir lo nuevo.  Son sus manos las que, como si del mejor de los tesoros se tratara, con esmero y placer limpian de tierra para, luego, llevarlas a clase. Les divierte la tarea y quedan fascinados. Observan la planta con sus raíces y algunas patatas sobre los tallos que estaban bajo la tierra. Se sienten gozosos al mirar los distintos tamaños de las patatas, que no son otra cosa sino las distintas fases por las que pasa el desarrollo de los tubérculos.





¡Puro espectáculo natural!






Hoy más que nunca, sus manos han descubierto la textura de la tierra y se han quedado impregnados de una mezcla de aromas que solamente la naturaleza es capaz de producir y proyectar.







Quedamos a la espera de saber quién del grupo comió de las patatas del bancalico y que nos cuente.





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