viernes, 8 de marzo de 2019

JEAN-FRANÇOISE MILLET: CAMPESINO Y PINTOR


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Jean-Françoise Millet: campesino y pintor






JEAN-FRANÇOISE MILLET: CAMPESINO Y PINTOR



“Es el lado humano lo que me interesa en el arte… Y jamás se me presenta con cariz alegre; su alegría no sé dónde está, no la he visto todavía… Lo más alegre que aquí he llegado a conocer es la calma, el silencio de los bosques y el campo”
Jean-François Millet
                                          
                                   
Jean-Françoise Millet 

                      
Jean-François Millet fue un pintor realista que nació el 4 de octubre de 1814 en el seno de una familia de campesinos sencillos y modestos en la región francesa de Normandía. Creció en un ambiente muy humilde, tranquilo y natural. Se formó trabajando en la tierra, como durante muchos años lo había hecho su padre y sus abuelos. Sus padres eran aficionados a la lectura y apasionados del saber. Desde bien pronto, su padre se dio cuenta que el joven Millet tenía condiciones y aptitudes creativas y destacaba en el dibujo.


El Ángelus


Fue en su propio pueblo natal cuando se inicia en el arte del dibujo y durante algún tiempo estuvo en un par de talleres. Su disposición hacia el dibujo fue extraordinaria y asombrosa, fruto de ello, la vecina ciudad de Cherburgo le facilitó los fondos necesarios y le concedió una beca con la que ingresó en la escuela de Bellas Artes de Paris. Allí, estuvo a cargo de su tutor Paul Delaroche, pintor de cuadros históricos y retratos.

En París conoció la pintura de varios artistas y perfeccionó sus conocimientos. Frecuentó el museo del Louvre donde estudió a todos los grandes maestros de la pintura. Subsistió pintando cuadros según la moda del momento: escenas mitológicas, pastoriles, bíblicas o retratos de familia y algunos paisajes. Su estancia en París se hizo dificultosa y complicada. Por falta de dinero, fundamentalmente, decidió regresar a la región de Normandía.

El sembrador
En Le Havre (Normandía) realizó diversas pinturas, generalmente retratos. Allí conoció a Pauline-Virginie Ono con quien se casó en 1841 y se trasladaron a París. Unos años más tarde, en 1844, su esposa murió de tuberculosis y Millet regresó de nuevo a Cherburgo y en 1845, en compañía de una antigua conocida suya, Catherine Lemaire. Unos años más tarde se casaría con Catherine Lemaire y marcharían juntos a Le Havre. Allí durante varios meses antes de regresar a París, continuó pintando retratos y cuadros de tema pastoril, que le proporcionaron algunos ingresos de su venta y su regreso a París.

En junio de 1849 Jean François Millet, junto con Catherine y sus hijos, se trasladaron, de París a Barbizon, en el bosque de Fontainebleau, donde se instaló y coincidió con algunos pintores que allí iban a trabajar. Con aquel grupo de pintores formaron la llamada Escuela de Barbizon. Grupo de pintores que fue considerado como iniciador del Realismo y posterior Impresionismo. Aunque la intención de de Millet fue la de quedarse en Barbizon tan solamente unas semanas, finalmente, permaneció  con su familia el resto de su vida. En aquel lugar, realizó lo más importante de su obra pictórica y descubrió el lugar, el paisaje, los amigos…, en definitiva, un pueblo de hombres y mujeres dedicados a una vida tranquila y sencilla de campo.


La siesta


Durante aquel tiempo y en aquel ambiente natural, Millet vivirá el resto de su vida entre su taller de pintura y huertas, entre pintura y tradición campesina. Sintió la necesidad de retirarse al campo, pero no por ideas sino por propias convicciones. Fue un enamorado del paisaje rural y de los sufridos campesinos. En sus pinturas, hombres y mujeres vivirán con la propia naturaleza. Hombres y mujeres campesinos y labradores que acogieron a Millet como uno más de los suyos y, además, les gustaba ser protagonistas de sus bocetos y pinturas. Fruto de ello fue toda una magnífica colección de obras maestras sobre la difícil, agotadora y, también, apacible vida campesina.

Al poco tiempo de su estancia en Barbizon, Millet había pintado la primera de sus mejores pinturas sobre la vida campesina: El aventador. Conforme fueron pasando los años, Millet fue plasmando en sus pinturas la real, penosa y dura vida de hombres y mujeres que trabajaban desde el amanecer hasta el atardecer en los campos. Millet, expresa en sus cuadros las labores y costumbres de las personas humildes que vivían dependiendo de sus propios cultivos y en contacto íntimo con la tierra: la siembra, la cava, la recolección, el descanso, la siega, cortando leña… La propia vida que siendo niño vivió con sus padres. Destacan entre sus pinturas: Las espigadoras, el Ángelus, los aserradores de madera, el sembrador, la siesta, plantando patatas…

El aventador

Por aquella época en el pueblecito de Barbizon, su personalidad destacaba por su modestia y por el cariño a su origen campesino humilde. Su propia forma de ser y su pensamiento era la de ensalzar y elogiar el padecimiento y la dureza de ganarse la vida las personas en el trabajo de la tierra y del sacrificio que de forma permanente soportaban en su día a día.


Millet no se interesaba por los movimientos ni las grandes teorías artísticas que otros pintores perseguían. En sus pinturas expresó las labores, aparentemente, más insignificantes, pero que en realidad era todo un canto a la dignidad y grandiosidad absoluta en aspectos pequeños y naturales. El ambiente y costumbres campesinas que el artista solía dar a sus paisajes, se desarrollan en un estado calmado y de cierta emotividad. En una de sus frases célebres dijo: “Campesino nací y moriré campesino. Quiero pintar lo que yo siento”. Sin embargo, los críticos del arte parisinos nunca vieron bien y nunca le perdonaron su apasionado y ardiente afecto y sentir hacia la vida campesina y que convirtiera en héroes a campesinos y campesinas a lo que se consideraba seres groseros y malolientes. Según las normas de respeto y honor imperantes en la academia de la pintura, los artistas debían expresar temas históricos, mitológicos o religiosos.


Dos chicas campesinas
Sin embargo, Millet dejó una importante huella e influyó en gran cantidad de pintores posteriores. De manera muy especial fue Vincent Van Gogh quien admiró y amó, no solamente la técnica y el arte de Millet, sino su forma de sentir y emocionarse sobre la vida rural y sus costumbres, de sus miserias, de su pobreza y de sus penurias ante unas condiciones de vida extremadamente duras. Y como sucedió con muchos artistas de época, sus obras fueron reconocidas y valoradas después de su muerte.

En el año 1868, el gobierno francés le impuso a Millet la más distinción, la Cruz de la Legión de Honor. En 1875 murió y su fallecimiento fue lamentado y recordado en toda Francia.








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