El árbol
de Apolo: el mito de Apolo y Dafne
Apolo,
dios de la belleza masculina y de las artes, especialmente de la música, era
un gran cazador. Cierto día, Apolo emprendió camino hacia el monte Parnaso
para matar a una serpiente pitón que allí se escondía. Apolo haciendo gala de
su destreza y valentía como cazador, dio muerte a la serpiente disparándole diversas flechas.
Orgulloso
de su gesta, un día, Apolo se encontró con Eros, dios del amor, que se
hallaba practicando con su arco, se rió de él por llevar un arco y flechas
siendo tan niño. Eros, se sintió bien ofendido y humillado por la soberbia de
Apolo, e ideó un plan para darle escarmiento,
Un
día que Apolo se encontraba en el bosque cazando, se encontró a una bella y
hermosa ninfa llamada Dafne. Aquel momento fue aprovechado por Eros, quien
disparó dos flechas con su arco. Una flecha de oro disparó a Apolo, que le
provocó un ardiente amor hacia la bella ninfa. Sin embargo, a Dafne le
disparó una flecha de plomo, cuyo resultado era, justamente lo contrario, que
sintiera desprecio y aversión hacia Apolo.
Apolo
completamente enamorado de Dafne decidió conseguir el amor de ella,
pero, Dafne, bajo los efectos de la flecha de plomo, escapaba como podía de
Apolo. Hubo un día que en su huida llegó al río Peneo, Dafne, agotada y
justamente cuando Apolo casi conseguía
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Apolo y Dafne de Bernini |
alcanzarla, pidió ayuda a su
padre, el dios del río. Su padre, se sintió sensible y compasivo con
Dafne y decidió convertirla en un árbol, el laurel.
Cuando
Apolo consiguió alcanzar a Dafne, contempló como los brazos y piernas de
su amada ninfa se iban quedándose rígidos y endurecidos. Sus brazos se
convertían en ramas y sus pies en retorcidas raíces. De su cabeza, sus
cabellos se iban transformando, poco a poco, en hojas, hasta que su elegante
cabeza se convirtió en la copa de un precioso árbol.
Visiblemente
triste y afligido por lo que acababa de suceder y pensando en cuánto amaba a
Dafne, prometió que ella sería
su amado árbol, el objeto de su amor y el árbol consagrado de los
dioses. Tus hojas, se dijo Apolo, serán siempre verdes y adornarán las sienes
de guerreros, atletas, poetas o cantores que triunfen. Tus hojas se
convertirán en símbolo de
triunfo y victoria.
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