LA FRUTA EN LA GRECIA Y ROMA ANTIGUA
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Granadas. Fresco de la casa de Livia en el Palatino (Roma, siglo I d.C) |
En la antigua Grecia
El consumo de fruta en la
antigua Grecia, ha quedado de manifiesto a lo largo de muchos siglos en la literatura
griega desde los testimonios más antiguos. Así, Homero describe en la Odisea los huertos fabulosos del rey de los feacios y del padre de Ulises.
En dichos huertos, se menciona que entre las plantas que allí se cultivaban
había: manzanos, perales, granados,
higueras y olivos. Igualmente, la vid
ocupa un lugar especial en el poema homérico de la Ilíada, y entre los
motivos que el dios Hefesto representa como decoración en el escudo de
Aquiles, se encuentra precisamente una escena de vendimia.
De los testimonios escritos en
la literatura griega, se sabe que la fruta tuvo una gran importancia en la
vida de los griegos. La fruta tuvo su papel
como parte de su dieta, también, como valor simbólico, como prenda de
amor y como ofrenda ritual a dioses y héroes.
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Frutero (Pintura mural. Roma) |
Los frutos de pequeño tamaño,
generalmente, se servían al comienzo de la comida y los diversos tipos de frutas constituían el
elemento fundamental de lo que hoy día entendemos por postre.
A través de los escritos
dejados por autores antiguos, se sabe que los griegos consumían una gran variedad de frutas. Dichas frutas
iban desde la manzana hasta bayas
de arbustos como el mirto o la mora, desde el higo, considerado un símbolo de la ciudad de Atenas, hasta los
exóticos dátiles venidos de
Oriente. Estos tipos de frutas son las que tienen una mayor presencia en los
textos de los autores antiguos y por tanto, parecen haber sido las más
importantes en su dieta diaria.
En cuanto al término manzana, en
realidad era un genérico que
utilizaron los griegos y que abarcaba a diversas frutas de características
similares: la propia manzana, el membrillo, el melocotón o incluso el albaricoque.
Las manzanas eran un producto tradicional en los mercados atenienses
y un alimento común y barato. En tiempo de guerra las manzanas fueron
bastante añoradas.
Los higos fueron otra de las aprovechadas frutas para los griegos que
formaron parte de la dieta antigua desde época muy temprana. La planta del
higo había sido domesticada ya en Mesopotamia.
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Tazón de frutas transparente y jarros. (Frescos romanos en Pompeya, 70 a.C) |
Se consumieron en abundancia
los higos y de manera muy especial, los higos secos. Los higos se consideraron
como fruta adecuada para el proceso de secado, lo que los convirtió en una
fuente rica en azúcares. Tal es así que el higo se consideró como un alimento
muy popular, abundante y sobre todo barato. Además, los higos frescos o
secos, fueron ofrenda ritual habitual en diversas festividades religiosas.
Por su parte, las uvas destacaron especialmente en la
antigua Grecia. Estaban estrechamente asociadas al dios Dionisio, el dios del
vino, la fiesta y el teatro. Su uso principal fue para la elaboración de vino,
que tanta importancia tuvo en la cultura griega, pero también, fue objeto de
consumo como fruta fresca en distintas variedades de mesa y como pasas.
Los griegos recurrieron al proceso de elaboración de pasas con el fin de elevar el nivel de azúcar de
los granos, lo que se traducía en un sabor más dulce cuando se comían y un
mayor grado alcohólico en el vino elaborado con su mosto.
Además, la pasificación de la
uva fue un sistema muy efectivo para la conservación de la uva, aunque los
griegos emplearon otros procesos como poner los racimos de uvas en remojo en vino. De esta
manera, el líquido impedía el contacto directo entre los granos y favorecía su conservación.
Igualmente la uva se utilizó,
en ocasiones, como ingrediente de algunos platos y las pasas como condimento.
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Mosaico con higos.villa del Casale. Piazza Armerina, Sicilia |
Además de la manzana, el higo
y la uva, los antiguos griegos
contaban con un amplio repertorio de frutas. Así, la pera ocupó un lugar secundario. El momento de consumo de las
peras era el postre. Como dato curioso, al parecer era una práctica común
servirlas en agua, para que cada uno pudiera escoger la más madura, que era
la que quedaba flotando en la superficie.
La ciruela debió tener un papel más importante que la pera. Se
cuentan las ciruelas entre los alimentos que se servían como entrantes, junto
con las cerezas, las moras y diversos frutos secos.
La granada fue más conocida, aunque menos por motivos dietéticos que
simbólicos y religiosos. De hecho, era una fruta consagrada a diversos
dioses, como Hera, Afrodita, Hermes o Apolo. Fue considerada símbolo de
fecundidad por la cantidad de granos que contiene su fruto.
Junto a los frutos de los
árboles se encuentran, también, los frutos que se obtenían de diversas clases
de arbustos, como las bayas de mirto,
las moras o los madroños.
El mirto se consumía bastante y se tomaba sobre todo como
acompañamiento de la bebida.
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Cesto con frutas. Casa del Ciervo, Herculano, Italia |
El consumo de las moras destacó por su sabor dulce y
su característico color oscuro cuando están maduras y, generalmente, eran
alimentos que se tomaban como entrante.
Igualmente, los madroños se consumían como entrantes
y en otros momentos como en el postre. Los antiguos griegos prevenían sobre su consumo excesivo de los
madroños, porque podían provocar una pesadez semejante a la del vino y dolor
de cabeza.
En la antigua Roma
Al hablar de frutas en la
antigua Roma, hay que hacerlo desde el análisis de las recetas referidas a
las mismas y que están reunidas en el recetario romano del siglo IV d. C.,
titulado De re coquinaria y
atribuido a Apicio.
Dicho recetario, nos permite
descubrir el papel que tuvieron las frutas en la cocina romana. El consumo de frutas fue amplio, puesto
que se sirvieron no solo como postres,
sino también como entradas, como plato principal, como acompañamiento de
diversas clases de carnes, y como ingrediente fundamental de un sin número de
salsas agridulces, principalmente, para aves y pescados.
Los membrillos se utilizaron como guarnición de los platos principales
para acompañar la carne de vaca o de ternera. También, los membrillos se
emplearon en salsas para el pescado asado. Igualmente para preparar una salsa
agridulce, pero en los casos para servir con el atún, se empleaban los dátiles o las uvas pasas.
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Mosaico sobre vendimia (Roma) |
En otras elaboraciones de
salsas se incluían melocotones y dátiles,
para aderezar un plato con carne de gallina. Sin embargo, la ciruela fue la fruta protagónica por
excelencia de las salsas de acompañamiento para aves, pescados, y carnes de
caza, como la de ciervo o liebre.
En cuanto a los postres, los
llamados “dulcia” romanos, se elaboraban a base de dátiles.
Destacaron las célebres conservas de frutas en almíbar,
servidas como postre. Se conservaron de manera habitual frutas sumergidas en miel.
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Membrillos. Casa de Livia (Roma, siglo I d.C) |
Otra forma muy frecuente de conservar la fruta fue en vino, en vinagre, en salmuera, o en la mezcla de todos ellos. Se sabe
del empleo de los melocotones en
conserva. Cuando la conserva se hacía en vino, presentaba la enorme
ventaja, pues gracias a la maceración
de la fruta en el vino, se obtenía, además de la conserva de fruta, un nuevo
producto sumamente apreciado por sus cualidades gustativas, pero sobre todo
por sus propiedades medicinales: el
vino de frutas. En muchos casos, además de vino también se añadía miel, como
en la conserva de membrillos.
Especialmente importante fue
el método simple y natural empleado para
conservar la fruta: la desecación. Esta se lograba mediante la exposición
prolongada de las frutas al sol. Manzanas, peras, higos, uvas y serbas fueron
las principales frutas empleadas y una vez secas, se almacenaban para el consumo
invernal.
Fuentes
- María José García Soler. “La
fruta en la vida cotidiana de los antiguos griegos”
- Amalia Lejavitzer. “El papel
de la fruta en la gastronomía romana de época imperial”
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